lunes, 26 de marzo de 2018

marzo 26, 2018 por FelizSanMarketing   Sin Comentarios
Nuestro día a día está rodeado de inversiones de miles de euros en campañas de marketing digital: acuerdos con influencers, convenios con youtubers, contrataciones de agencias de publicidad, creación de blogs, difusiones en Facebook, Instagram y otras redes sociales, etc. Desde el primer momento del día en el que decides abrir tu smartphone, PC, tablet o cualquier dispositivo digital similar, comienza todo un reto para esquivar banners, vídeos, enlaces, imágenes y noticias que acaban escondiendo una campaña publicitaria. En definitiva, empresas y productos hasta en la sopa. La ansiedad del mundo empresarial por adentrarse en cualquier recoveco del entorno digital que pueda proporcionarles un aumento de sus ventas ha llegado a límites insospechados.
Por suerte, el microondas de nuestra casa está libre de publicidad alguna (aún).

Nadie duda del efecto positivo que pueda generar en las empresas la penetración en el universo digital, pero nos surgen dos dudas al respecto: ¿resulta siempre efectivo?, y lo más importante, ¿es extrapolable dicha estrategia a todas las empresas?. 
Desde Feliz San Marketing tenemos nuestra opinión, basada en experiencias propias, y la cual por supuesto puede ser rebatible.

Como comentábamos anteriormente, la frontera para definir quién y hasta dónde debe llegar el marketing digital está un poco difuminado; por eso no es de extrañar que te encuentres en la red a "el afilaó" o también conocido como "el afilador" con su peculiar campaña de marketing. Y entonces piensas: ¿era necesario?. 
Es aquí donde vamos a realizar unas pequeñas observaciones:

-El 54,4% de las empresas en España según el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad corresponden a autónomos sin asalariados, y el 39,62 % a empresas que tienen entre 1 y 9 asalariados. 
Pero vamos a centrarnos en los autónomos, en ese 54,4 %. Muchos de esos negocios son multitiendas y pequeñas tiendas de todo tipo, afincadas en barrios reducidos de ciudades o pequeños pueblos alejados de aquello conocido como "civilización". En la mayoría de estos negocios, la formación de los propietarios es escasa, con un currículum muy alejado del de los directivos de grandes empresas. El término marketing no lo tienen introducido del todo aún en su lenguaje y hasta hace relativamente poco tiempo no contaban con conexión a internet diaria. El éxito de su negocio se limita a vender más que la tienda de la calle paralela o el otro comercio del pueblo, y ¡¡cuidado!!, tu negocio puede verse comprometido si aparece otro establecimiento nuevo cerca. 
Pero tenemos buenas noticias para ellos: NO, NO ES COMPLETAMENTE NECESARIO CREAR UN FACEBOOK PARA ANUNCIAR TU NEGOCIO PORQUE TE LO HAYA SUGERIDO TU HIJO/A DE 15 AÑOS. 

CASO REAL:

Y es aquí dónde el que escribe estas líneas se ve obligado a contar una anécdota/experiencia que le toca muy de cerca: 
-Mi madre regenta una tienda de textil y similares desde el año 1992 hasta hoy, como única trabajadora de su establecimiento en Puebla de Sancho Pérez, un pequeño pueblo de 2800 habitantes. Su mercado se reduce básicamente a la atracción de clientes del propio pueblo, ya que a escasos 2 km se sitúa Zafra, con todo tipo de tiendas y una oferta realmente amplia que atrae clientes de toda la región. A lo largo de su vida empresarial, "Modas Blasy" ha sufrido todo tipo de oscilaciones en sus ingresos, compitiendo en casi toda su generación con otras tres tiendas de ropa en la localidad, sumado a la oferta en Zafra; una competencia abrumadora para un pueblo de escasos habitantes. 
Entre 2015 y 2016 sufrió la mayor crisis desde su apertura más de dos décadas atrás. En aquella época, dos chicas jóvenes abrieron una tienda en el pueblo e iniciaron el ritual cada vez más típico en la actualidad: crear un perfil y página de Facebook para publicitar su negocio. Sus inicios fueron realmente exitosos o eso nos hicieron creer a todos. Su perfil "ardía" cada día; fotos con sus productos que obtenían cientos de "Me Gusta" y otras tantas veces compartido, cientos de comentarios, envíos a domicilio en toda España sin parar, sorteos de un alcance relativamente grande para un pequeño pueblo, aperturas nocturnas los días festivos, etc. Revolucionaron las redes y la idea parecía a priori perfecta. 
Mi madre preocupada visualizaba de cerca la clausura inminente de su local. Con una formación escasa, me pedía consejos para mejorar su negocio y quería aprender a utilizar las redes sociales para imitar a su más inmediato competidor. Yo le pedía calma; aunque la idea de aparecer en redes sociales era atractiva, no terminaba de ver a mi madre manejando las redes con soltura y que eso recondujera el negocio. 
Antes de cumplirse un año de la apertura de este nuevo local, la competencia anunció el cierre del negocio por una baja rentabilidad. A pesar de revolucionar las redes sociales, no habían sabido transformar ese éxito en ventas. Habían descuidado el negocio real, el físico. Para una pequeña tienda de pueblo de nada les había servido obtener cientos de comentarios con falsa apariencia de positivos en Facebook camuflados en los sorteos gratuitos que realizaban. Estaban tan preocupadas por difundir su empresa en Internet que se habían olvidado del producto, del servicio, de la atención al cliente y de otras características de las microtiendas de pueblo o barrio y que se alejan de la enseñanza dada en los institutos o universidades del país. Y lo más importante, olvidaron que el segmento de mercado más relevante en cualquier pueblo no tiene redes sociales: las personas mayores.

En conclusión, no siempre es efectiva una campaña de marketing digital ya que no es necesario para todos los negocios. Hay que analizar la situación real de la empresa, su tamaño, su actividad y su entorno y reflexionar sobre si es necesario introducirse en el mundo digital o continuar con otro tipo de estrategias. 

Y volvemos a repetir, es una opinión como otra cualquiera, la verdad absoluta no existe.

Fuente: Elaboración propia. 



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